Una de ellas son los malos hábitos, los cuales no solo podrían presentarse en niños sino también en adultos, ya sea de manera consciente o inconsciente, y que junto con la herencia familiar son las causas más comunes de una maloclusion o mala mordida. He aquí algunos de los malos hábitos más comunes:
* Succión digital, labial o de lengua: Aunque son visibles las alteraciones dentales a temprana edad, no es hasta cuando comienzan a salir los dientes permanentes entre los 5-7 años de edad que este mal hábito puede llegar a provocar cambios permanentes que afectan a los dientes y a la estructura de la mandíbula.
* Morderse las uñas (onicofagia) u objetos como lapiceros, patas de lentes, etc: Estos no solo pueden provocar desplazamientos dentales, también pueden provocar fracturas y daño en la articulación mandibular. Este mal hábito se relaciona frecuentemente con la ansiedad, estrés, frustración y autoestima baja.
Detrás de este puede existir algún tipo de problema psicológico de importancia, por lo que a la hora de inhibir (es decir tratar de eliminar el habito), debemos de tener cuidado y buscar en algunos casos apoyo psicológico.
* Usar los dientes como herramientas: Este mal hábito es muy común en personas que realizan trabajo manuales, como los costureros que tienden a utilizar los dientes para cortar o sujetar instrumentos. Sin embargo, esto puede provocar desgastes y fracturas en los dientes a largo plazo.
Para algunas personas, estos malos hábitos pueden llegar a convertirse en un impulso incontrolable, no solo repercutiendo en la posición dentaria y la estética, también en el sistema masticatorio (músculos y articulaciones) y en la higiene oral, aumentando el riesgo de caries y enfermedades de las encías.
El tratamiento para suprimir dichos mal hábitos puede iniciar a cualquier edad, aunque es preferible una intervención temprana para evitar y corregir de manera precoz las consecuencias de dichas costumbres.
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